Las propiedades del Aceite de Rosa Mosqueta son producto de su alto contenido en ácidos grasos esenciales, sustancias nobles indispensables para áreas en las cuales existen altos índices de proliferación de células nuevas, tales como las del rostro.
Sus usos y aplicaciones van desde la regeneración de tejidos dañados (tratamiento de la piel afectada por quemaduras o expuesta a radioterapia u otros tratamientos...), el retraso en la aparición de líneas de envejecimiento prematuro eliminando arrugas no profundas y previniendo su formación, hasta la reducción y eliminación de manchas cutáneas. Además, los estudios científicos realizados acerca de las propiedades del aceite, han demostrado su alta eficacia como cicatrizante tanto en cicatrices provocadas por cirugía, quemaduras y otras afecciones causantes de envejecimiento prematuro en la piel.
Además de sus efectos en las capas externas de la piel, el aceite de Rosa Mosqueta también vitaliza las células de las capas interiores, revigorizando el fibroblasto, células que producen colágeno y elastina, responsables de la firmeza y elasticidad de la piel.
En resumen, el aceite de Rosa Mosqueta actúa a diferentes niveles de la piel, le brinda flexibilidad y emoliencia a la superficie cutánea, mejora notablemente la hidratación superficial ya que actúa sobre el Factor Natural de Humectación, refuerza y multiplica la barrera de las ceramidas en el interior de la epidermis reduciendo la pérdida de agua en la piel y por su elevada penetración también incide en cambios dérmicos que favorecen la hidratación profunda de la zona de la piel donde se producen las arrugas. Es decir, la rosa Mosqueta mejora notablemente la hidratación general de la piel al activar las tres barreras cutáneas.